
Se que arderé en el infierno por decirle a Miguel que esta tarta no engordaba nada pero me apetecía muchísimo comerla y me tiene muy aburrida con todo a la plancha y todo de dieta.
Creo que de vez en cuando hay que darse un gusto al cuerpo y saborear un poco las cositas ¿no? Pero al final me pilló porque no tuve mejor idea que poner los ingredientes en la pizarra de la cocina y claro lo ha visto ¡y encima sabe leer! jajajajaja
Bueno os dejo la receta porque creo que os puede gustar mucho, muchísimo.

Ingredientes para 4 personas:
250g de masa brisa
3 puerros
20 cl. de nata espesa
3 yemas de huevo
150 g de queso emental
100 g de queso roquefort
3 cucharadas de aceite de oliva
1 pizca de nuez moscada
Pimienta
Sal

Estiramos la pasta y forramos con ella un molde de 25 cm. Reservamos en el congelador 15 minutos y pinchamos el fondo unas cuantas veces. Retiramos las raíces la parte verde y las dos capas exteriores de los puerros, los lavamos y cortamos en juliana bien fina.
Rehogamos los puerros 5 minutos en una sartén con las tres cucharadas de aceite de oliva. Añadimos dos cucharadas de agua y proseguimos la cocción a fuego lento durante 10 minutos, removiendo de vez en cuando; no deben tomar color. Salpimentar y reservar. Mientras, precalentar el horno a 200º.
Batimos las yemas con la nata y los quesos. Salpimentamos y añadimos la nuez moscada rallada en el momento. Rellenamos la masa con los puerros y vertemos la mezcla sobre ellos, repartiendo bien. Bajamos el horno a 180 grados y horneamos sobre unos 30 a 40 minutos dependiendo del horno, lo ideal es que a partir de los primeros 20 vayamos controlando el color dorado. Dejamos templar, desmoldamos y servimos.
